HONDURAS – Las islas de las tentaciones
Problemas políticos y violencia incontrolada. Pero dentro de la cáscara de la república bananera también hay un archipiélago donde el mar es del todo azul. Donde la vida traquetea como una motocicleta roja de la década de 1960.
San Pedro Sula, segunda ciudad del país. El autobús nocturno en el que viajo desde Guatemala se extiende soñoliento. Yo abro los ojos a un nuevo día, a un nuevo país, a una enorme valla publicitaria: When you think retirement, think Honduras! Cuando pienses en jubilación, piensa Honduras! saluda el cartel.
El mensaje se siente un poco extraño en un país donde el 50 por ciento de la población se encuentra en la adolescencia, y donde la gente además es hispanoparlante. Pero así es también Honduras la clásica de república bananera, un país donde la gente de fuera lo más a menudo se apodera de las mejores golosinas.
La estadounidense United Fruit Company se dice que ha nombrado y destituido gobiernos a su gusto. La dominación de Estados Unidos fue durante un tiempo tan grande que un político estadounidense llamó al país ‘s/s Honduras’ (abreviatura en frente del nombre del buque que muestra que el buque es un buque de vapor (del inglés Steam Ship)(Prefijo barco), un pedazo de la Star-Spangled Banner (La bandera tachonada de estrellas) anclada en medio de América Central. Desde mi ventana del autobús, me peleo por dos cosas: violencia y plátanos.
El vecino del asiento pasa páginas apurado entre los fuertemente coloreados charcos de sangre en los periódicos del día. Fuera arrastran caravanas de camiones a la costa con cargas de contenedores cargados de fruta. Los bancos de la ciudad son custodiados por escopetas. Los kioscos con machetes. Las tiendas escuenden tanto a bienes como a propietarios tras gruesas rejas. Si no fuese por los carteles de Coca-Cola y la publicidad de cigarrillos, las habría tomado por instalaciones militares.
Así decido en la estación de autobuses ojear rápidamente algunos capítulos del libro ’Honduras’. Me meto en una salida (un autobús que sale a) la costa en su lugar. Subo a bordo varias horas más tarde, en La Ceiba, a un barco que navega a amables sombras. (?)
Sólo ahora empiezo a respirar con calma. Veo desde la cubierta iluminada por el sol cómo la parte continental y las montañas de América Central se reducen a una franja verde, cómo los pelícanos y los delfines se abren camino a través de las olas chispeantes. Cómo horas más tarde, una nueva franja verde se convierte en tierra firme.
Bay Islands, Islas de la Bahía. El archipiélago es llamado a veces “El Caribe del hombre pobre“. Aquí está la isla de Utila que se afirma es capaz de emitir el certificado de buceo más barato del mundo y que ha desde hace mucho tiempo es un destino bien establecido en el mapa de los mochileros/backpackers.
Aquí está Guanaja donde Colón desembarcó en 1502 durante su cuarto y último largo viaje. Y aquí está Roatán, la isla más grande de todas ellas, donde el verdor se extiende sobre una alargada, tierra ondulada de playas de arena blanca y fruta ‘estrella’. Aquí se rodó también el ‘reality show’ Temptation Island , algo que aumentó la curiosidad de la gente viajera del mundo.
El español ‘golpeteado’ del país se vuelve en inglés criollo* que ‘hierve a fuego lento’. Los pájaros cantan. Barcas de madera son arrastradas por musculosos cuerpos hacia la orilla. Y en mi cabeza rebota esa música que no hay allí ahora, pero que debería haber allí: reggae.
Eufórico, le pido al taxista en la capital de la isla Coxen Hole que me lleve a un lugar que le guste a él mismo. Vamos arriba y abajo a lo largo de curvas sinuosas. Al final de la carretera se encuentra West End**. El mar es tan azul-verde, tan ‘invitador’ que se exige una disciplina luterana para no inmediatamente deshacerse de la ropa y saltar al agua. Tal vez sea la canción de coro que se filtra de una pequeña iglesia bautista que me hace entrar en razón. Tal vez sea el letrero local de la empresa de buceo que dice: Jesús bucea con nosotros todos los días excepto los sábados! lo que me lleva al trote al bar más cercano y pedir algo bien frío. Sobre el vaso recibo la historia de la isla contada para mí.
Fue allá por la década de 1600 que el aventurero Henry Morgan llegó en compañía de unos pocos miles de piratas. A través de él consiguió Londres el tan esperado pulgar en el ojo de la dominada por España América Central. Colonos fueron buscados de las Islas Caimán y las Antillas Menores, una mezcla de esclavos fugitivos y sangre india se mezcló con europeos. Echando hostias se conviertieron las islas en un Gibraltar caribeño. Tal vez no directamente tea & scones, pero en todo caso a la lengua inglesa.
– La gente de la parte continental tiene una mentalidad diferente, mantiene el ‘conductor’ del barco Wilbert cuyo bisabuelo o algo así abandonó aquel Londres donde él como negro nunca se sintió como en casa.
– La gente de la parte continental se preocupa demasiado, gime Wilbert.
– Ellos piensan demasiado. Simplemente tienen el cerebro demasiado grande. ¿Mi consejo? ¡Relajación! se ríe Wilbert.
Así que estas son las islas de la tentación. Bueno, por qué no. Por encima de las huertas de flores revolotean colibríes. Bebidas son suministradas con limero y hielo. Parejas de enamorados pasean de la mano a lo largo de la orilla del mar.
Yo doy la vuelta al cabo más extremo y me encuentro en West Bay***, la playa más famosa de la isla. El agua aquí es tan servil que hasta el mismo Darwin debería haberse preguntado por qué la corona de la creación eligió abrirse camino a tierra. Posiblemente porque la arena es tan suave y temblorosamente blanca, porque susurra agradablemente bajo los pies.
West Bay parece como perfecto si no fuese por las moscas de arena. Los ‘choques’ vienen como dolores eléctricos punzantes. Irritante opina la mayoría de los bañistas. Bueno, opinan algunos. Sin los insectos probablemente la playa habría sido super-edificada.
Plataformas (pasarelas) de madera están al servicio de los bañistas sensibles (las moscas se mantienen en la arena).
Hay quienes dicen que Roatán ha cambiado, mucho. Hay quienes dicen que la ‘Union Jack’ ha perdido todo el color. Que toda la palabrería acerca de una herencia británica viviente es sólo un truco para atraer a visitantes estadounidenses. Los colonos de la parte continental de Honduras se vuelven cada vez más y más.
– Los hispanoparlantes son actualmente mayoría, susurra el propietario del bar Justus.
Un poco más lejos me encuentro con Wilma que vino aquí como una niña pequeña, y tuvo que luchar para adaptarse a la cultura local. »Hey, whats wroong with U ugly!« (“Hola, qué fallo hay contigo fea!”), gritaban las compañeras de clase cuando ella abría la boca y decía algo en español.
Ahora ha aprendido el criollo y trabaja como camarera.
– Los jóvenes de Roatan quieren vivir justamente como turistas. Comer buena comida. Pasar los días en la playa. Y las noches en los bares.
Varias de sus amigas se venden regularmente. Fucky, Fucky, dollar, dollar, dicen, y se ríen de ella que se desgasta currando ocho horas al día.
EN EL CAMINO HACIA EL OTRO LADO. Hacia el sur de Roatán. Las distancias no disuaden en una isla que es la mitad del tamaño de Öland. Pero el viajar allí lleva aún así su tiempo. Un poco más allá del último hotel del West End patinamos en pequeñas carreteras fangosas, llegamos a edificaciones descuidadas, bares de tablas y una existencia que no permite ser medida en segundos.
El minibús parece ser tanto un foro social como medio de transporte. La gente se acerca, mete toda su cabeza a través de la ventana y pregunta: “¿Qué hiciste ayer por la noche, entonces?”. Y así nos encontramos parados un largo rato. Una y otra vez.
Seis millas (suecas) (1 milla sueca = 10 km) se tarda seis horas. Pero entonces también tiene tiempo de subir Mama Rosa con sombrero de paja y muleta para tranquilamente hacer su visita al mercado.
En French Harbour****, donde el denso follaje tropical comienza a asumir la forma de macramé, para el chofer para comprar rambután; una gran bolsa de fruta que cuando llega al último asiento ha recibido tanto reconocimiento que el chofer por la demanda popular es convencido de volver atrás y buscar al vendedor otra vez. Nos quedamos allí, comemos más fruta y escuchamos a una mujer que bajo carcajadas cuenta bromas sucias antes de ir a Oak Ridge*****.
Justo antes del anochecer vislumbramos la ciudad detrás de una loma. Modernas casas ‘se buscan afuera’ de canales y manglares, hacia pequeñas islas, pero también a lo largo de las colinas hacia el interior. Y yo me planteo la pregunta: ¿Por qué se toma la molestia y se construye una ciudad justamente aquí? La respuesta viene del estadounidense de edad avanzada que dirige el bar JB.
– La industria pesquera atrajo a gente de la parte continental. La ciudad fue creciendo, pero con el tiempo los barcos fueron obligados a ir más y más mar adentro para encontrar captura.
– Cuando los precios del petróleo subieron se estrelló toda la industria, continúa él impávido.
Así es. El agua ha sido saqueada. Los folletos de las inmobiliarias tientan con ‘You have the dreams, we have the reality! (Tú tienes los sueños, nosotros tenemos la realidad!) y elaboran planes para caras residencias de invierno.
El guía Ziggy, que es nacido en Roatán, gruñea:
– Ya sabes, la gente que vive al día suele raramente ser especialmente buena en los negocios. Alguien gesticula con unos pocos dólares, y los isleños han vendido sus lotes de terreno de playa a algún estadounidense que se construye con muros, piscina y vigilantes.
– Ahora viven casi todos los isleños ‘arriba en tierra’, fuera de la vista de las olas.
ZIGGY lleva ella misma un sueño: ir hacia el oeste. Ella no quiere a La Ceiba o a San Pedro Sula “donde la gente está loca y no les importa en caso de que roben y disparen unos a otros durante el día o la noche.”
No, ella quiere a Las Vegas y estará sólo el tiempo necesario exacto para ganar un verdaderamente gordo ‘jackpot’. Luego ella viajaría rápidamente de vuelta a Roatan y compraría terreno a lo largo de la costa.
– Aquí hace calor, es tranquilo y seguro. Y tenemos el mar y los plátanos.
¿Quién necesita más que eso? [vagabond.se/]
- * El inglés creole que se habla en las islas de la bahía es una lengua criolla que tiene inglés como base y contribuciones de otros idiomas tales como francés, español y también pech. El inglés criollo se habla a través del Caribe, por ejemplo en Nicaragua, Costa Rica, Panamá al igual que Jamaica, Trinidad y Trinidad y Tobago, y Cayman. También se habla un inglés criollo en la costa atlántica de Colombia, sin embargo, en el caso de las islas de la bahía de Honduras, hay discusión si el criollo es una lengua o un dialecto inglés local. Mantenemos orgulloso nuestra propia manera del discurso. [se.gob.hn/]
- ** West End: Es la zona más comercial de toda las islas, ya que las playas más bellas están aquí, así como la mayor cantidad de escuelas de buceo y establecimientos de servicio para los turistas.
- *** West Bay: Es el poblado donde vive la clase alta de la isla, tiene las mejores playas (arena blanca, agua cristalina, sin olas, sin vegetación), ideales para nadar y bucear. Se puede ir en taxi directo desde Coxen Hole; Otra forma de llegar a West Bay desde Coxen Hole es ir a West End en taxi y luego en lancha a West Bay. De noche se puede ver claramente desde West Bay la luz de la ciudad de la Ceiba, y en los días muy claros se ven las montañas de todo el departamento de Atlántida (que también se ven desde West End).
- **** French Harbour (puerto francés): Es el tercer mayor poblado de Roatán, con aproximadamente 3.000 habitantes fijos y alta población flotante. Tiene un puerto pintoresco en donde atraca la mayor parte de la flota pesquera de las islas, unas embarcaciones bien cuidadas, que la han convertido en una ciudad muy activa en el sector de la pesca; también tiene varios hoteles, y una gran discoteca muy frecuentada por turistas. En sus cercanías, está proyectado un centro turístico, Parrot Tree, que contempla la construcción de un hotel 5 estrellas, condominios, residencias, y marina, con una pequeña cala. Desde French Harbor pueden verse las montañas de Trujillo en tierra firme.
- ***** Oak Ridge: Es una ciudad que cuenta con un pequeño puerto pesquero y varias embarcaciones dedicadas a la pesca.