BANGLADESH – Kamrangirchar
Los niños viven entre la basura
Además de la sobrepoblación y la pobreza sufre Daca de gigantescos problemas de medio ambiente. La ciudad se inunda de basura. Metro está en el lugar en Bangladesh y publica ahora la parte 2 de la serie de reportajes, junto con Médicos Sin Fronteras.
Daca es una de las ciudades más contaminadas del mundo – y el tugurio de Kamrangirchar, barriada a las afueras de los límites de la ciudad, ha servido durante mucho tiempo como un basurero de la ciudad de 14 millones de habitantes.
Hoy viven (se sustentan) muchas de las familias más pobres en Kamrangirchar de recoger y separar la basura que venden a cualquiera de la miríada de pequeñas industrias que hay en la zona. La gente vive en medio del lugar de trabajo – en favelas de chapa que se han montado sobre pilotes en en el mar de basura.
El olor apestoso es indescriptible cuando Metro visita una zona en Kamrangirchar oeste, donde tanto adultos como niños están en plena faena recoleccionando y clasificando plástico y papel de la basura.
Los residuos se encuentran en gruesas capas y un recubrimiento de vertido de basura corre a lo largo de un arroyo con agua burbujeante negra,.
Balancea bajo los pies de dos niños en la edad de 10-12 años que en pies descalzos se lanzan a la capa flotante de basura.
– Recogen papel, que los padres presionan en paquetes y venden, explica Tarek Ahmed, el enlace de Médicos sin Fronteras y guía de Metro en Kamrangirchar.
Otros recogen plástico que las pequeñas empresas pueden fundir para hacer por ejemplo tapones de botellas, juguetes o botes.
Cada día se mudan 2.000 personas de la población rural pobre de Bangladesh a Daca con la esperanza de encontrar trabajo y ganar dinero. Muchos de ellos terminan en alguno de los miles de barrios que han crecido en la metrópoli en rápida en expansión.
Los adultos son, en el mejor de los casos, empleados en alguna fábrica o conducen ‘rickshaws’, pero los salarios son muy bajos. En muchas familias tienen que currar tanto en el marido como la mujer para que el dinero pueda cubrir alimentos y alojamiento. Mientras tanto, se encargan los hermanos mayores, a menudo la hermana mayor, de los niños más pequeños. En muchas familias participan los niños en el sustento de la familia desde los 10 -12 años de edad.
LUCHAN POR LA VIDA – TODOS LOS DÍAS
Tienen 12 años – pero trabajan
El trabajo infantil es muy común en Bangladesh, y esto se aplica aún más en el barrio tugurio de Kamrangirchar a las afueras de Daca. Allí, en el río Buriganga, visita Metro una pequeña, primitiva fábrica de globos.
Niños de 12 años, cuya ropa y piel están cubiertas por un polvo rojizo, clasifican globos y los ponen a secar en el río. Dentro de la fábrica, vemos más niños que trabajan. Cuando queremos hablar con el dueño de las fábrica somos expulsados y nos prohíben tomar fotos.
– No está permitido el uso de niños menores de 14 años como mano de obra, y todos lo saben.
Pero en la práctica ocurre en todas partes, dice Tarek Ahmed de Médicos Sin Fronteras.
Una consecuencia del trabajo infantil es que muchos niños no asisten a la escuela en absoluto.
De los que lo hacen acaban la mayoría después de la ”primary school”, lo que significa que van 5 años a la escuela.
Después de eso la escuela ya no es libre de tarifa para los niños.
Clínicas móviles salvan vidas
Entre los más pobres de Dhaka en Kamrangirchar, ha abierto MSF dos clínicas que ofrecen atención gratuita a todos los niños menores de 5 años y mujeres embarazadas y lactantes. Para llegar más eficazmente a la población se usan ”feeding centers” móviles que salen a los diferentes distritos una vez a la semana. Este domingo está la clínica móvil en un sótano en la parte sur de la zona.
El niño de 15 meses de edad Nirob – el nombre significa “silencioso” – sufre de desnutrición y ha recibido tratamiento estándar con los llamados ‘Plumpy nuts’, una pasta de cacahuete rica en nutrientes. Después de un mes con tres bolsas de Plumpy nuts al día, el chico niño ha subido un par de kilos de peso, a 7,3 kilos.
– Se encuentra mucho mejor ahora, dice la madre, Sahafiaul Islam, la enfermera empleada local lo confirma.
– Este será el último tratamiento, dice.
Shafia, como se él se llama, ha trabajado con MSF desde que las clínicas abrieron en febrero de 2010.
Con anterioridad trabajó durante dos años en un hospital privado de Dhaka. Allí se tratan pacientes adultos y sobre todo – pacientes con dinero.
– Era para aquellos que se lo podían permitir, que tenían medios. La mayoría de los pacientes aquí son pobres. Si la atención no hubiese sido gratuita aquí, la mayoría no habría venido. [metro.se