TAILANDIA – Pattaya
Pattaya – una ciudad que se ha hecho famosa por su turismo sexual
- Cerca de 400.000 suecos ‘peregrinaron’ el año pasado a Tailandia
- El paraíso en el sudeste asiático se ha convertido en un segundo hogar para los mochileros suecos, familias con niños y jubilados
- Pero más allá de las playas de arena blanca de color de tiza y claro mar azul se escuende una parte trasera oscura
- A las afueras de los bares go-go a lo largo de la ‘walking street’ de Pattaya están mujeres tailandesas con poca ropa y hombres cazadores de clientes que tientan con precios baratos de cerveza y chavalas con “buena voluntad”
- Aftonbladet se ha reunido con varios hombres suecos que han comprado mujeres dentro de los clubes de la ciudad
- La prostitución es ilegal en Tailandia, pero a pesar de ello prospera la industria del sexo
- A Pattaya vienen mujeres jóvenes de las provincias pobres para venderse a los turistas
- En Pattaya 25 suecos han sido buscados por la policía tailandesa o sueca durante el año pasado. La mayoría de ellos son sospechosos de haber comprado sexo con menores. Los hoteles requieren que todos los que vienen se registren en la caja. Pero más que eso no pueden hacer acerca de la compra de sexo que se lleva a cabo en la calle
A la infame Pattaya en Tailandia viajan turistas de sexo suecos para comprar mujeres jóvenes – y menores. La ciudad turística se ha convertido en destino de ensueño de los compradores de sexo. A Pattaya vienen tailandesas con la esperanza de ganar dinero. Y los hombres occidentales a por los cuerpos de las mujeres.
– Es más que sólo sexo, dice Calle de Skellefteå.
El reloj se acerca a la media noche.
“Walking street” en Pattaya está en plena marcha.
Los hombres se lanzan contra nosotros con piezas de laminados de papel, que muestran qué tipo de entretenimiento pueden ofrecernos.
Allí pone exactamente lo que las mujeres pueden hacer con sus órganos genitales. Cigarillos, plátanos, pelotas de ping-pong. Todo figura. Fuera de los bares go-go se encuentran mujeres tailandesas en pequeños uniformes y tratan de atraer con baratos precios de cerveza y mujeres dispuestas.
Dentro de uno de ellos, Tiger, está Roger, 65. Él vive en Pattaya y sabe exactamente donde deberá ir para obtener lo que quiere.
– He estado con todas y cada una de las chicas en esta sala, dice, y señala a las jóvenes mujeres que bailan medio desnudas en el escenario.
Ellas tienen números en las bragas plateadas, para facilitar a aquellos que quieren elegir. El que paga una cuota de alrededor de 600 baht, unas 130 coronas ( ~ 14,5 euros), a la mamá del burdel puede llevarse a alguna de las mujeres fuera del club, ya sea por un corto tiempo o durante toda una noche.
Roger ha seleccionado una chica. Él ha pagado para estar con ella toda la noche.
– Tengo 65 años y jodo con más chicas jóvenes en una semana que un 30 añero folla en un año, dice.
Delante de nosotros se relevan las mujeres en bailar a lo largo de las varillas. Algunas de ellas lo hacen con entusiasmo, al ritmo de la música. Otras mueven perezosamente las caderas. Una chica desnuda está de pie en una bañera y espera a que hombres vengan de paso y la enjabonen.
En otro, bar más grande, más abajo en la Walking Street, tienen las mujeres todavía la ropa interior puesta. Allí nos encontramos con Calle, en sus 25 años de edad, de Skellefteå.
– Hemos estado en Pattaya unos días. Primero fuimos a este tipo de ping-pong donde las chavalas, ya sabes… Fue demasiado para mí. Las chavalas aquí hacen justamente todo, dice él.
Es la primera vez que él está aquí en Pattaya. “Hay que comprobar”, dice en referencia a cómo fue a parar en los bares go-go.
¿Has probado a comprar a una chica?
– Sí. O sea. Ningún comentario, dice primero.
Después de un sorbo de cerveza mira a su alrededor y continúa:
– O bien (‘OK’). Lo hice la primera noche. Ella (esta) aquí.
Señala con el codo a la mujer tailandesa sentada junto a él.
– Ahora nos hemos convertido en un poco más privados. Ella es increíble. Es más que sexo. Probablemente estaremos en contacto.
En frente se encuentra el amigo de Calle, con su nueva novia tailandesa junto a él.
Su tercer amigo, Anders, han cambiado de mesa.
– Yo no me dedico a esas cosas. Tengo novia, explica:
Cuando le preguntamos cómo ocurrió cuando sus amigos se reunieron sus amigas, constata él:
– Es sólo tirar unos bahts a ellas y te siguen después.
A unos cientos de metros de la calle principal está ubicado el paseo marítimo. Allí están las mujeres en fila. Algunas se han maquillado para parecerse niñas, otras son niñass que han disfrazado para parecer mujeres. Unos cuantos son también hombres que se han convertido en mujeres, los llamadas ladyboys. De vez en cuando aparecen hombres a su lado. Sólo cuando los cogen de la mano, o directamente en el culo, cambian las expresiones faciales de las mujeres. La pareja recién formada se larga junta.
– Algunos hombres sólo quieren tener compañía. Especialmente los ancianos. Están cansados de viajar solos. Ellos quieren compañía, ir al cine o comer en un restaurante con alguien. Ellos no tienen chichas para ‘cazar’ a las mujeres, dice Johan Lökken, que ha trabajado como policía turístico en Pattaya durante nueve años. [aftonbladet.se]